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¡Lo mordió de la nada!

Todos hemos visto en las redes sociales varios videos grabados por padres o familiares de niños que interactúan con perros. No siempre estas grabaciones terminan con un final feliz: más de una vez el niño termina siendo mordido por el perro y solemos decir “estaban conviviendo bien y lo mordió de la nada”… ¿de quién es la culpa?

Evidentemente no es del niño, no es del perro, es de los padres porque permiten que una situación peligrosa pase a mayores. Pensamos que estas cosas suceden porque ignoramos el lenguaje de los perros. Este lenguaje por medio del cual nos indican sus emociones, nos avisan su incomodidad y su enojo o felicidad, y no sólo lo ignoramos en el sentido de que no le hacemos caso, sino que definitivamente no lo conocemos. Incluso cuando un perro tiene muchos años compartiendo la vida con nosotros, puede haber situaciones y momentos en los que no se sienta cómodo; por ejemplo, quizá ese día le duele un poco el estómago y el bebé se le recarga sin querer, evidentemente el perro sentirá dolor y reaccionará de forma natural, pero nosotros lo interpretaremos como una “agresión”.

Para lograr que una relación entre perros y niños sea exitosa y no ocurran este tipo de “accidentes”, lo primero que tenemos que hacer es mantener siempre una actitud proactiva, observar la interacción y siempre interrumpirla cuando alguno de los dos muestre incomodidad.

Llamamos señales de estrés a todas las muestras con las que un perro, por medio del lenguaje corporal, indica que la situación es incómoda para él. Éstas pueden ser: lamerse la nariz, agachar las orejas, mantener la boca cerrada con gesto preocupado, mirar de reojo, agitar la cola de manera nerviosa.

Por otro lado, las señales de calma son aquellas que emite el perro para tratar de calmar o calmarse ante una situación que sospechan peligrosa, por ejemplo: lamer repetidamente, bostezar, olfatear el piso, tirarse boca arriba, hacerse chiquito, etc. Cuando un perro muestra este lenguaje nos indica que la situación es demasiado intensa para él. Otra señal quizá aprendida por asociación es cuando el perro lame al niño: quizá el perro ha aprendido que cuando lame al bebé lo quitan de su alcance, entonces, lo lame porque quiere que se aparte.

Cuando las señales de estrés o de calma no han funcionado para el perro, es decir, cuando no sabemos qué significan y las ignoramos, estas señales pueden dar lugar a las señales de advertencia, que surgen cuando el perro ha visto que no entendemos que está incómodo: gruñir, enseñar los dientes, ladrar y morder.

A veces también ignoramos las señales de advertencia, o peor aún, las reprimimos: regañamos al perro cuando gruñe, le gritamos cuando pela los dientes, etc. Entonces, el perro entiende que lo que no nos gusta es que gruña, que pele los dientes o que ladre y ¿qué pasa? Obviamente no vuelve a gruñir, no vuelve a mostrar los dientes, pues recurre directamente a la mordida.

Observa los videos e imágenes e identifica las señales de estrés que mencionamos. Siempre observa al perro, cuida la interacción y retira a los niños cuando identifiques señales de estrés: Evita una mordida.

Mirada de media luna:

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Boca cerrada con preocupación:

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Orejas agachadas, evasión corporal y ojos preocupados:

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Interacción sin riesgo:

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Video:

Observa cómo el perro se muestra incómodo siempre, el niño está agarrándole la cola, el perro trata de desviar su mirada pero el niño lo apachurra en un descuido y es cuando viene la mordida.

https://www.youtube.com/watch?v=IFKKk9N2DKQ

Situaciones que nunca debes permitir

Nunca permitas que el niño se acerque a la comida del perro, mucho menos que intente quitársela. Es un mito que debemos enseñarlos que deben darnos la comida siempre, esto sólo genera situaciones peligrosas, enséñale al niño a respetar la comida del perro como respeta la comida de cualquier persona.

Puede ser que tu perro sea sumamente tolerante, como el perro de este video. Nunca dejes que un niño moleste a un perro que quiere descansar. Recuerda que siempre hay una primera vez…