7 historias de fidelidad

China – Argentina
La naturaleza es sabia, pero los humanos no siempre lo somos. Una chica argentina de tan sólo 14 años dio a luz a su bebé, una niña, en una zona rural de la ciudad de La Plata en la provincia de Buenos Aires y la abandonó allí mismo. Una perra llamada China encontró a la niña recién nacida abandonada por su madre de 14 años: La perra llevó a la bebé junto a sus cachorros, le dio calor y le salvó la vida. Tal vez fue guiada por su propio instinto maternal.
El dueño de la perra escuchó los llantos de la niña y enseguida avisó a la policía. La llevaron de inmediato al hospital, donde determinaron que se encontraba bien de salud a pesar de todo.
Poco tiempo después de que la noticia salió a la luz, la madre de la pequeña bebé fue identificada. Ella se presentó en el hospital en que fue internada la recién nacida y también quedó internada. La causa fue catalogada como abandono de persona. Gracias al cobijo que le dio la Super Cachorra China, la niña sobrevivió.


Hachiko – Tokio , Japón

Hachiko, un perro de raza Akita Inu nacido en 1923 en la ciudad de Odate, Japón, vivía con su dueño, un profesor de agricultura llamado Hidesamuro Ueno. Juntos dejaron la ciudad de Odate para vivir en Tokio. Hachiko se acostumbró a un ritmo de vida único, a una nueva vida citadina. Invariablemente, todas las noches caminaba hasta la estación de trenes Shibuya para recibir a su dueño cuando éste regresaba del trabajo. Por desgracia Ueno falleció en 1925, por lo que Hachiko quedó en espera de su regreso. Durante 11 años sin fallar, regresó fielmente todas las noches a la estación de trenes, exactamente a la hora en la que arribaba el tren que solía tomar Ueno de regreso a casa. Una vez frenado el tren Hachiko buscaba a su amo cuidadosamente entre la multitud y luego se retiraba.
Al cabo de unos años un antiguo alumno de Ueno, que se encontraba realizando un censo de Akitas, se enteraría de la historia y publicaría varias notas con la historia del perro fiel. Una de estas notas aparecería en el más importante periódico de Tokio. Gracias a esto, Hachiko ganaría fama a nivel nacional y varias historias y poemas se escribirían al rededor de él. Hachiko es recordado con una estatua en la estación de Shibuya. Hoy es figura internacional.


Barry – Berna, Suiza

Barry es el nombre del perro San Bernardo más famoso de la historia. Entre 1800 y 1812 vivió en el Hospicio de San Bernardo, ubicado en el paso homónimo en Suiza. Allí ayudaba a los monjes del Hospicio, auxiliando viajeros y peregrinos extraviados, aportando su notable desenvolvimiento en la nieve y sentido de orientación.
Su fama se debe a una leyenda iniciada presumiblemente a fines de 1860, que da cuenta del heróico rescate de 40 viajeros perdidos, hasta que el último de ellos lo confunde con un lobo y le da muerte. Aunque esta historia es falsa, ha sido reproducida por decenas de libros y revistas, contribuyendo a acrecentar notablemente la fama de los perros de raza San Bernardo.
En 1812 un monje lleva a Barry a la ciudad de Berna, donde muere en 1814. Su cuerpo embalsamado se encuentra expuesto en la entrada del Naturhistorisches Museum der Burgergemeinde (Museo de Historia Natural de Berna – Suiza).
En la localidad de Asnière, cerca de París (Francia), un monumento inmortaliza la imagen de Barry, al pie del cual se puede leer la siguiente inscripción: «Il sauva la vie à 40 personnes. Il fut tué par le 41ème» (El salvó la vida de 40 personas, fue muerto por la 41º). Esto demuestra que no importa cuan sencilla y ordinaria sea la historia de un perro, los que somos tocados por ellos, siempre los recordaremos con grandeza (y de ser preciso inventaremos historias fantásticas para que otros puedan reconocer la grandeza que hay en ellos).


El Perro Fernando

Durante los años 50’s caminó por las calles de la ciudad Resistencia, un «ciudadano» que con el tiempo se convertiría en un uno de los seres más queridos durante aquella época, sentimiento que persiste hasta el día de hoy. este particular ciudadano no provenía de una provincia, ni mucho menos de un país extranjero, así como tampoco hablaba ni vestía raro, todo lo contrario, era tan chaqueño y el único idioma que sabía expresar era el de la solidaridad.Todos lo conocieron y lo adoptaron, como a un hijo, desde el mozo del Bar «La Estrella», quien le servía su diaria comida, hasta el Gerente del Banco «Nación», con quien desayunaba café con leche con medialunas, no nos podemos de olvidar de aquellos vagabundos, con a quienes les hacía compañía en esas largas noches invernales, tampoco de aquellos niños, hoy en día ya personas grandes, que compartían, jugaban y se divertían con él, que fue UN SIMPLE PERRO CALLEJERO, QUE NOS ENSEÑO LO QUE ES LA HUMILDAD, LA SOLIDARIDAD Y EL COOPERATIVISMO.

En la ciudad de Resistencia, existen dos esculturas elaboradas con el corazón y con el mero fin de «NO OLVIDAR» a este pequeño ser que caminó por nuestras calles. Una de esas esculturas se encuentra en la esquina de la Avenida 25 de Mayo y la calle Bartolomé Mitre, la otra resguarda su eterna tumba, en el umbral del Fogón de los Arrieros, sobre la calle Almirante Brown N° 350, bajo la escultura hecha en su honor.
No nos podemos olvidar que fue y es motivo de varias canciones de autores de nivle internacional como es el caso de Alberto Cortes, cuya versión fue recientemente interpretada por el Grupo de Rock «Ataque 77».
Después, cuando se constituyó en mito y en bronce, escribieron un libro sobre él, le dedicaron innumerables notas, Alberto Cortez creó una canción que lo recuerda y, al inaugurarse el Monumento al Perro Fernando, del escultor Víctor Marchese, frente a la Casa de Gobierno, el propio gobernador de la Provincia concurrió al solemne acto.
Se creó incluso una obra de títeres esta increíble historia que recorrió salas de teatro de Resistencia y algunas escuelas.


Fido – Italia

En un pueblito italiano a finales de la década de  1930 había un joven de nombre Luigi quien adoptó y crió un perrito mestizo bautizado “Fido”. Cada mañana Fido acompañaba a su amo a la estación de ferrocarril situada a unos 2 Km. del hogar.
El joven trabajaba en carpintería en una pequeña ciudad de la zona y para desplazase tenía que tomar el tren todas las mañanas, regresando a su pueblito a las 5.30  todas las tardes. Allí estaba Fido esperando a Luigi ,día tras día.
Después de expresar con brincos y ladridos la alegría del encuentro con su amo, Fido daba unas carreritas y saltaba en el monte todo contento, hasta llegar a casa. Esa rutina diaria fue interrumpida bruscamente cuando Luigi fue reclutado en el ejército y enviado al frente ruso en 1943. La interrupción fue para Luigi pero no para Fido quien ya no iba en las mañanas  pero si se presentaba puntualmente todas las tardes en la estación del tren ,esperando el regreso de su querido amo.

Fido oía de lejos apenas perceptible, el ruido de la locomotora. Todo tenso y esperanzado veía al tren pararse en la estación. Entonces iba de vagón en  vagón, moviendo su colita y husmeando las escaleritas y los pasajeros que bajaban para identificar alguna huella de su amo. El tren se marchaba y la gente también. Después de esperar un ratito mas, Fido, triste y abatido con la cabeza baja y la cola entre las piernas ,regresaba solitario a su casa donde los padres de Luigi aún albergaban una chispa de esperanza de volver a ver vivo a su hijo amado . . .  Luigi nunca volvió. Fue una víctima mas de la Segunda Guerra Mundial que mató decenas de miles de seres, algunos pecadores y criminales pero la gran mayoría, inocentes.

Los meses y años pasaban. A principios de los 50, Fido tenía dificultades para desplazarse; no pudo escapar a los achaques de la vejez; tenía artritis. Sin embargo, Fido no perdía esperanzas. A pesar de los dolores para movilizarse y las fuerzas que mermaban cada vez mas, él seguía con su rutina convencido del regreso de su amo. El trecho de camino que hacía antes con ligereza en 15 minutos, tardaba ahora 2 horas, llegando a casa completamente agotado. Fué una tarde de invierno con fuerte viento y nevada. Fido dio sus últimos pasos sobre el blanco camino, se tambaleó y su noble corazón dejo de latir…


Bobby  – Edimburgo, Escocia

Bobby era el terrier de un policía de la ciudad de Edimburgo llamado John Gray. Ambos estaban siempre juntos y ya era famosa en la zona la cantidad de trucos que Bobby sabía realizar. Desafortunadamente, un 15 de Febrero de 1858, Gray muere de una tuberculosis repentina. Durante el funeral Bobby permanecería siempre presente, y seguiría al cortejo hasta el cementerio de Greyfriars Kirkyard. Lugar donde descansarían los restos de John y donde además, en un acto de fidelidad extrema, Bobby pasaría el resto de los 14 años que le quedaban de vida montando guardia sobre la tumba de su fallecido amo. En un principio todos pensaban que Bobby permanecería solamente unos días sobre la tumba y que luego el hambre o el aburrimiento lo alejarían. No obstante, comenzarían a pasar los años e incluso los crudos inviernos de Escocia y Bobby permanecería fiel en su guardia. Solo se retiraba de vez en cuando para beber y conseguir comida, o cuando la nieve le impedía permanecer en el lugar.
Con los años Bobby se fue transformando en una leyenda local y personas que admiraban su fidelidad comenzaron a alimentarlo y a suministrarle un refugio en el invierno. A tal punto creció esta fama que en 1867 el mismo Lord Provost de Edimburgo, Sir William Chambers, intervendría personalmente para salvar a Bobby de la perrera y además, para evitar futuros accidentes de este tipo, declararía al fiel can como propiedad del Consejo de la Ciudad. Bobby moriría sobre la tumba de su amo en 1872, y al no poder ser enterrado en el cementerio la gente del lugar se reuniría para construirle una fuente con una estatua en su honor no muy lejos del cementerio. Estatua que,  curiosamente, fue construida mirando hacia la tumba de John Gray.


Duque – Argentina

Duque es uno de los agentes récord de la Aduana. Es el terror de los narcotraficantes, ya que entre sus méritos se cuenta el haber detectado 8000 kilos de marihuana y casi 100 de cocaína. Un récord, según aseguran en la fuerza. Después de 13 años de servicio (en el año 2007) llegó el momento de Duque para jubilarse. Aquejado por un dolor de cadera que le impide moverse ya con normalidad, no tuvo más opción que retirarse y dejar su trabajo que tanto amaba. Los agentes humanos aseguran que su olfato sigue intacto y que es lo que llevo a este labrador a convertirse en leyenda. Detrás de Duque siempre estuvo su fiel compañero humano, Omar Gómez, su entrenador y amigo. Aunque Duque era uno de los agentes más destacados de la Aduana, su dueño no cobraba un peso por el servicio brindado.

Juntos cumplieron cientos de operativos exitosos: uno de los más recordados fue cuando secuestraron 1300 kilos de marihuana. «Hace 15 años que entré en la Aduana para trabajar en la frontera y secuestrar droga. Allí había dos perros de la Gendarmería que teóricamente tenían que colaborar con nosotros, pero no hacían nada. Entonces decidí elegir a uno de ellos y entrenarlo», relata Gómez.

«El trabajo de la búsqueda de droga no tiene compensación económica, sólo la satisfacción por el deber cumplido. En el pueblo donde vivimos hay muchos chicos que están perdidos por las drogas, es un flagelo. Con Duque siento que aportamos algo valioso en esta lucha.» Hoy, aunque Duque está retirado, cumple tareas de asesor. «Normalmente lo dejo en casa, pero cuando tengo dudas le pido que me acompañe en algún operativo. Todavía sigue siendo el mejor -asegura su cuidador-. Para mi, Duque es irreemplazable.»
(Fuentes: Mrmproducciones, Tejiendo el mundo)