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El filósofo-perro frente al sabio Platón

Portada_Diógenes-350x526Título: El filósofo-perro frente al sabio Platón
Editorial: Errata Naturae
Autor: Yan Marchand/ Vincent Sorel
Páginas: 144
Género: Literatura juvenil
Año: 2012
Traducción: ESPAÑOL
País: España

 

 

Los editores de Errata tradujeron una serie francesa de “Filosofía para niños” , una serie de libritos que honran la filosofía y la literatura.

La historia de El filósofo-perro frente al sabio Platón es una delicia que nos coloca al filósofo Diógenes frente al creador del mito de la caverna, y nos pregunta: ¿Qué es un hombre? ¿Cómo debe vivir un hombre? En estos tiempos en los que casi nadie se sienta a solas en una habitación, mirando al techo, y se pone a pensar en la existencia, en el porqué de las cosas, en si las actuaciones de uno están bien o están mal, en qué nos da forma y en qué nos la quita, este libro nos revuelve la mente, nos lleva a viejas clases de filosofía de las que recordarnos tres o cuatro cosas, y nos hace pensar. Vaya que si nos hace pensar. Página tras página volvemos a aquellos tiempos en los que no existía internet ni Google, a aquellos tiempos en los que para hacer un trabajo de clase debíamos recurrir a una enciclopedia o a la labia, a un libro o la amistad interesada, e investigamos en nuestra propia vida; en la vida pasada, sí, y en la futura, especialmente. Y, lo más importante, este libro cuestiona de forma contundente, como un ladrillo que choca como una cabeza, nuestra forma de vida actual, el sistema en el que estamos envueltos, en nuestra responsabilidad en ello. Corremos el peligro, además, de que ese ladrillo, gordo y duro, nos rompa de verdad la cabeza y destruya todo aquello en lo que creemos.

“El filósofo-perro frente al sabio Platón” es un libro que se debe leer, degustar, devorar, y releer, al menos, cada mes. Sólo entonces entenderemos de qué pasta estamos hechos nosotros y quienes nos rodean, de qué pasta están hechos los políticos que nos ningunean y de qué forma viviremos un futuro que, ahora mismo, es más negro que el cerebro de aquellos que ni piensan, ni leen ni, por tanto, viven.